Sangre en tus Clavos es una obra magna salida de la inspiración del insigne compositor para agrupación musical, Nicolás Miguel Barbero Rivas. Digo insigne porque creo que no hace falta esperar treinta años para catalogar a este joven músico como un gran compositor del género; digo obra magna porque “Sangre en tus Clavos”, aparte de tener una factura en el papel pautado digna de admiración, es además bellísima en su componente externa y pasional en la íntima que continuamente nos llama para que nos sumerjamos en la música sacra.
Salió grabada en el disco de la Agrupación Musical “Ntro. Padre Jesús de la Pasión” de Linares, justamente denominada por algunos, y me adhiero al movimiento, como la Orquesta de La Pasión de Linares, llamado “Lágrimas de Pasión”, y no me cabe duda que con esta marcha cada nota que sale de la trompeta es un llanto, individualizado en una lágrima, hacia la Pasión de Nuestro Señor Jesucristo. Poco a poco ha ido conociéndose y actualmente son muchas las bandas que la tienen en su repertorio, en un ejercicio sensato de incluir marchas buenas, vengan de donde vengan y sin importar su dedicatoria. Una vez más la universalidad de la música vuelve a reivindicarse en mis labios.
”Sangre en tus Clavos”... Los tres acordes iniciales en fuerte, tenebrosos e inquietantes, nos indican el preludio de la Crucifixión, tres acordes... ¿tres clavos?. Todo está consumado y allí en el Gólgota se disponen a crucificar a Jesucristo. Tras esta breve introducción, la marcha continúa en piano para realizar un crescendo que conduce a un tutti fuerte donde toda la banda pone al descubierto sus metales graves y agudos, sus cornetas brillantes, anteponiéndose a la cruda realidad del martirio de Jesucristo. En fortísimo la marcha va caminando y reproduciendo el primer tema de la misma. Aquí a Nicolás Barbero le gusta jugar con los contrastes y seguidamente entran unos compases en piano, para posteriormente retomar el carácter fuerte. Unos toques de cornetas se elevan para dar lugar al siguiente tema, protagonizado por los metales bajos, que inician una especie de monólogo. Los trombones lloran enfatizando más la tristeza del momento, consiguiéndose una atmósfera sombría. La marcha se silencia, se da paso a la reflexión, estamos ante un compás de enmudecimiento, pensemos en lo acaecido. Lo pensamos, y nos sorprende unas llamadas incisivas de trompetas, utilizando la fórmula de negras bien ligadas, estas trompetas van introduciéndose en la marcha paulatinamente, voz por voz; el sonido se hace obsesivo, repetitivo, el dramatismo es marcado hasta que una vez más la percusión vuelve a hacer acto de presencia con las notas, parecen que son de carácter premonitorio, de los trombones que una vez más ejercen la melodía de la marcha. Así hasta que la música entra en otro tutti fuerte, que nos parece alegre y triunfal, en contraposición con los compases anteriores de tristeza. “Sangre en tus Clavos” sigue destilando llamadas obsesivas de trompetas, melodías de trombones y sobre agudos de cornetas. Posteriormente la marcha ralentiza su devenir por un momento para volver a retomar el tema que la iniciaba y conducir en breves instantes al acorde final que consuma la obra.
Al escuchar una y otra vez los seis minutos que dura esta magna pieza, llego a la conclusión que la música en muchas ocasiones frisa lo espiritual y sobrepasa el mero hecho de ser un conjunto de notas que se entrelazan para construir unos sonidos que recorren lo circundante. Aquí, Nicolás Barbero Rivas desnuda el compositor que lleva dentro, aquí la banda que lo interpreta realiza una oración plasmada en pentagrama. “Sangre en tus Clavos” tiene ese marchamo de etéreo, espiritual, intangible, porque intangible me parecen esos, y vuelvo a repetirlo, continuos y eternos acordes de trompetas que, mediante negras bien fraseadas, reanudan la música tras un pequeño paréntesis reflexivo y silente.
”Sangre en tus Clavos” es, permítaseme esta terminología tan poco usual en las agrupaciones, una marcha fúnebre, y pensándolo más podría atreverme a señalar que es un poema sinfónico de viento-metal, no el único que ha hecho este joven músico pero así lo percibo. Como toda gran marcha, venga del género que venga, posee el don de la ubicuidad, presentándose, pues, banal el ceñir su interpretación a una calle estrecha, que si con poca luz... nada, “Sangre en tus Clavos”, suene donde suene, sorprende al oyente, si es que se encuentra escuchando, si oye puede que no perciba lo que se le quiere transmitir. He podido ver cómo “Sangre en tus Clavos” enmudece al pueblo en una plaza abierta, abarrotada, en la salida de una cofradía el primer día de Semana Santa, con los corazones cofrades efervescentes por aplaudir y demás cosas que al cofrade tanto le/nos gusta; pero también esta marcha derramó sus virtudes en una calle estrecha, oscurecida por la luz tenue y por el tamizado que ejercen las volutas de incienso.
”Sangre en tus Clavos” podría ser un claro ejemplo de esas marchas que reivindican su lugar natural, la calle, y que a veces tienen que vivir resignadamente a la nomenclatura cruel de “marcha de concierto”. Puede que la música de esta marcha fúnebre, en ocasiones, necesite una mayor atención del costalero, mas cabe decir que la música siempre tiene ritmo, aunque éste no venga del tambor y el bombo, porque la sucesión de los compases lo marcan en sí, así como los instrumentos también ofrecen una cadencia. Y es que se hizo música para escucharla, no para oírla.
Mateo Olaya Marín, Cabra (Córdoba)
